Arquitecta rosarina, autora de la emblemática, La Granja de la Infancia, cuya trayectoria refleja coherencia entre el pensamiento y la acción.
Paula Fierro es una arquitecta argentina nacida en Rosario, Argentina, lugar donde vive y desarrolla su profesión actualmente. Proveniente de una familia de abogados, su deseo de salirse del mandato familiar, generando algo propio la llevó a estudiar arquitectura en la Universidad Nacional de Rosario, donde egresó en 1987.
Durante los primeros años de recibida, el contacto con el Grupo R con sus ciclos de charlas de arquitectos españoles en el Parque de España de su ciudad natal, marcaron su formación y lineamientos de su posterior trabajo como profesional independiente que ya lleva casi treinta años de desarrollo.
Su tarea tomó una dimensión más pública al realizar, a diez años de obtener su título, el diseño de La Granja de la Infancia, obra que forma parte del Tríptico de la Infancia. Estos dispositivos de apropiación de lo público, están enmarcados dentro del Proyecto La Ciudad de los Niños que la Municipalidad de Rosario, llevó a cabo a partir del año 1996 basado en los conceptos del pedagogo italiano Francesco Tonucci .
El origen de esta obra resultó de una propuesta auto generada ya que a ella en realidad la llamaron para realizar en ese predio un hospital para perros. Influenciada por su rol de madre de un niño de 5 años, propuso hacer una granja educativa tomando como referencia el ya en marcha Jardín de Niños. Avalada y trabajando en conjunto a nivel conceptual con la Dra Chiqui González, coordinadora del Proyecto Ciudad de los Niños, cabeza generadora y motor del equipo creador de los mismos, es que fueron pergeñando las ideas rectoras de esta obra que terminó formando parte del actual Tríptico de la infancia.
“El desafío consistió en diseñar un territorio propio, que albergara con la mayor libertad posible las actividades propuestas. Así surgieron las lomas, la idea de moldear la topografía para dividir sin encerrar. La forma se subordina a lo silvestre. Un proyecto donde la arquitectura no domina a la naturaleza, sino que la acompaña.”
El laberinto representa la esencia del proyecto ya que invita a caminar y recorrer en la búsqueda del infinito. No hay una llegada, no hay un sentido.
Según sus propias palabras y tomando un segmento del texto escrito por Chiqui González para la memoria de La Granja de la Infancia, dice:
“La granja es un lugar donde por fin no se contradice pensamiento y acción, estos ejes me han acompañado a lo largo de mi vida”
En una etapa posterior y desarrollando su rol de emprendedora, empezó a comprar propiedades para modificarlas o construir a nuevo para luego venderlas. Este accionar le ha permitido tener un espacio más libre para llevar a cabo sus pensamientos en cuanto al hacer en pos de mejorar y contribuir con espacios para una mejor vida.
Le entusiasma la idea de tomar la arquitectura desde los primeros esbozos, el proyecto, pero no disociada de la práctica. Toma todo el proceso desde el pensamiento a la ejecución de la obra. Lo entiende como una parte de una misma cosa, proyectar y después llevarlo a cabo.
Se define como una bordadora de la arquitectura y lo relaciona con una característica femenina esta atención en los detalles que apuntan a transformar la vida de la gente.
A pesar de sentir que la arquitectura la atraviesa y ha sido su forma de sustento, Siempre estuvo alimentada por fuera por otras inquietudes personales, una de ellas, muy fuerte es la literatura y otra es la acción. Disfruta del contacto con la tierra; hace 10 años que hace huerta, tiene un vivero de árboles. Disfruta yendo al río y al campo además del hacer cotidiano como cocinar y tejer, hechos primarios que le permiten estar en eje.
“No siento que he tenido obstáculos en mi profesión por ser mujer pero si creo que las oportunidades no son las mismas a la hora de acceder a trabajos de mayor envergadura, esos siguen perteneciendo al mundo de los hombres, eso las mujeres, lamentablemente no lo hemos podido cambiar todavía.”
UN DIA | UNA ARQUITECTA 3 